Carta escrita a mano

Hola, es grato para mi escribirte esta carta. Si bien ambos no nos conocemos, creo que al momento de leer esta carta, sentirás que me has conocido de toda una vida.

Es raro que este escrito esté hoy en tus manos y también que pienses que a lo mejor ni siquiera es real quien escribió esto para ti, solo déjame decirte que soy más real de lo que piensas y que te entiendo más de lo que crees, porque alguna vez tuve también tu edad y muchas veces también sentí que estaba sola. Claramente, los tiempos han cambiado y lo que hoy somos o lo que seremos en un futuro dependerá mucho de la decisión que tomes hoy con tu vida, la soledad muchas veces se vuelve parte de nosotros, así como el aire que respiramos, sentimos que no encajamos en ningún lugar y que más encima tenemos que soportar a compañeros de curso o personas que nos tratan como basura y no ven nada bueno en nosotros, y caemos en un sentimiento de tristeza y desánimo del que pensamos que nunca saldremos, que no hay esperanza, que no hay salida, y nos repetimos que por qué tuvimos que nacer o por qué nos tocó esa familia, o compañeros que no nos muestran nada de amor, que ni siquiera servimos para algo, y así varias situaciones que nadie comprendería más que nosotros.

Solo quiero decirte que un día oré a DIOS con todo mi corazón y lloré delante de su presencia, le pedí que me fortaleciera y que sanara mi corazón herido, también le dije que yo no amaba mi vida y que quería morir. ¿Sabes qué?, de alguna manera gradualmente todo empezó a cambiar para bien, esos pensamientos suicidas que me seguían fueron desapareciendo de apoco , fui valorando la vida que tenía y empecé a entender que todas las personas tenían su propia batalla que enfrentar, que a lo mejor nunca iba a ganar, cambiar o lograr todo, pero había algo que antes no tenía y era paz; me entiendes, estaba por primera vez experimentando paz en mi vida, estaba teniendo esperanza y siendo fuerte, estaba amando la VIDA.

Espero que esta carta sea de mucha bendición para ti y que algún día si me quieres hablar o conocer, solo dime y aquí estaré para ti, acompañándote en oración o en algún llamado.

Abrazos.