Carta escrita a mano

QUERIDA HIJA:

En mi infancia vi como mis amigos reían de mí, día a día en el colegio tenía miedo de hacer algo completamente ridículo como para despertar la atención de los demás, porque esto sin duda llevaba a que me recordaran aquello que quería ignorar y olvidar.

Mis amigos de la iglesia en la que crecí no quedaban atrás, había momentos en que inventaban canciones para ridiculizarme e incitaban a que  otros  rieran de algo que para mí era una situación irremediable.

Todas estas cosas formaron en mí una personalidad exigente con la perfección y estricta con hacer todo correctamente, pero el peso de esto genera niveles tremendos de estrés y cansancio, lo cual en el tiempo y con mucha ayuda de Dios pude sanar y remediar.

Querida hija, el entorno no entenderá aquello que te  pueda aquejar, no entenderá aquello que te inquiete porque nuestra sociedad es cada vez más egoísta y no puedo imaginar a qué  te tendrás que enfrentar en el futuro. No te puedo prometer una vida de absoluta felicidad, ni menos que vivas en una burbuja protegida por mí, porque un día tendrás que enfrentarte a las personas que sin pudor intentarán herirte. Pero sí quiero compartirte aquello que me ayudó a ser fuerte en medio de las burlas y mantener mi frente en alto en medio de las burlas.

En primer lugar, nunca olvides que eres hija de Dios. Aun cuando no lo entiendas, llegará el día en que tú podrás creer en Él. Pero debes saber que Él te diseñó con tanta dedicación y absoluto detalle que cada parte de ti es una muestra de Su amor. Nadie ni nada te puede impedir pensar que tú eres una bella pieza de arte del artista más importante del mundo y tu valor es invaluable.

En segundo lugar, siempre estaremos para ti. El amor que te entregaremos siempre estará ahí, si Dios decide separarnos de tu vida en el futuro, siempre habrá alguien que incondicionalmente te amará como lo hacemos nosotros.

Finalmente, no olvides que tú eres una gran persona. Nadie podrá validar en ti quien eres más que tú misma, la validación depende de ti y tu frente siempre en alto frente a las adversidades.

Querida hija, sólo en tus manos está la oportunidad de crecer feliz, no por causa de las situaciones momentáneas que probablemente tenga momentos tristes, sino que porque el contexto en tu vida está bien. Y en esto es que debes replantear, ¿hay personas que no te ayudan a ser feliz? ¿ tus decisiones te hacen feliz?

Pequeña, tienes una vida por recorrer y muchos desafíos que enfrentar, pero por sobre todas estas cosas estás tú. Crece, ríe, juega mientras puedas, no desaproveches tu adolescencia y juventud en cosas innecesarias sino que disfruta cada detalle que la vida te dará.

Disfruta tu vida tal cual  Dios te la dió y nunca dejes de vivir en un contexto de vida feliz.

Con amor:

Papá y Mamá