Es común que desde pequeños nos hayamos familiarizado con la idea de la muerte. Se trata de un hecho natural e irrefutable para todos los humanos, pero que sin embargo se convierte en una realidad mucho más cercana y presente al envejecer. Es común observar, que entre mayor sea la longevidad de la persona, más experiencias de fallecimientos de amigos o familiares experimentará a lo largo su vida, pero ¿qué sentirá una persona anciana respecto a su propia muerte?
El envejecimiento claramente implica el deterioro del cuerpo y de los sentidos, siendo algo progresivo e inevitable, lo que convierte a la gente mayor en personas más frágiles, dependientes y que definitivamente requieren más cuidados. En esta ocasión y de manera general, clasificaremos dos tipos de visiones que comúnmente tienen los ancianos frente a la muerte, sin embargo, hay que tener presente que cada persona construye su definición vinculada a su cultura, creencias y experiencias que hayan vivido.
- Los que viven el día a día.
Muchas personas mayores de 85 años, consideran la muerte como parte del ciclo de la vida. Ellas son parte del grupo de personas que construyeron su estilo de vida tomando cada día como venía y no preocuparse demasiado por el mañana. Este tipo de ancianos, muchas veces afirman que se sienten “preparados” para morir. - Los que están esperando el final
Este grupo de ancianos refleja un deseo de que su final llegue más pronto que tarde. Ese pensamiento muchas veces viene acompañado de vivencias negativas con su familia, sentimientos soledad y abandono. Pueden haberse considerado a ellos mismos, una molestia o carga para sus familiares, debido a su dependencia o enfermedades. También hay que considerar que este pensamiento es válido para aquellos que creen que ya vivieron lo suficiente.
Cabe destacar, que la mayoría de las preocupaciones de los ancianos residen en el impacto de su partida para los familiares o amigos mayores que se van quedando atrás, además de preguntarse cómo será el proceso de morir. Respecto al ideal es común respecto a su muerte, es que sea pacífica e indolora, preferiblemente durante el sueño y evitando ingresar un hospital o una casa de acogida. Es vital que los familiares entiendan al anciano como una persona que puede tener preferencias y elecciones respecto a sus últimos días por lo que la comprensión de las familias es esencial para no asumir sus puntos de vistas, si no hacerlo parte de las decisiones