Ser diagnosticado con una enfermedad terminal es una noticia inesperada y muchas veces resulta traumática. Cuando nos toca estar al otro lado del diagnóstico, como amigos o familiares de la persona enferma, muchas veces no sabemos qué decir, transformando el momento en algo igualmente angustiante. Los psicólogos se refieren a esta etapa como el “duelo anticipatorio”, donde la vida entre la persona enferma y su entorno se centran en la gravedad de su pronóstico.
Debes saber que, muchas de las personas diagnosticadas de una enfermedad terminal, no esperan que sus cercanos les digan algo en especial o que los traten de una manera diferente, lo mejor es dejarles a ellos la decisión de cuándo hablar de su diagnóstico y es necesario que los cercanos respeten esos tiempos. De hecho, los expertos que ayudan a los pacientes en sus últimos días, dicen que lo mejor que se puede hacer en estos casos es permitirles al diagnosticado guiar las conversaciones y las acciones que se harán.
Entonces, es importante respetar los deseos del paciente, mientras les haces saber que estás dispuesto a escuchar sus pensamientos, emociones, deseos y temores cuando él o ella esté listo. Lo mejor es no preocuparse por decir «lo correcto», sino centrarse en pasar más tiempo escuchando realmente al paciente.
¿Qué no decirle a alguien que está muriendo?
Es ideal, evitar los clichés y evitar decir cosas como “todo sucede por una razón” o que “es la voluntad de Dios», ya que puede hacer que la persona sienta que su enfermedad es su culpa. Intentar tranquilizar a un paciente de que “estará bien” es igualmente tentador, pero decir cosas como «eres fuerte» y «lo superarás» puede ser doloroso porque no reconoce los sentimientos y preocupaciones del paciente, por lo que debes darles el espacio que necesitan para compartir sus miedos y aceptarlos.
Las acciones hablan más que las palabras
Nuestra recomendación a los familiares y amigos, es ser activos en brindar a su ser querido todo el apoyo emocional que necesiten. Tienes que tener en cuenta que esto no siempre tiene que ser verbal. Organizar acciones concretas para hacer que sus días restantes sean lo más fáciles y cómodos posible es una buena idea para estar presente de la manera correcta con la persona diagnosticada. Considera cosas que serían prácticas y significativas para hacer, por ejemplo: preparar una cena, ofrecerte para ayudarlos en las tareas cotidianas, hacer mandados o acompañarlo a las citas médicas. El mejor regalo que puedes dar es tu tiempo y atención.
Si decides visitar a tu amigo o familiar, pasen tiempo de calidad juntos. Vean una película, pueden hacer palomitas, jugar o simplemente sentarse juntos en silencio con ellos. Si la fe es importante para el paciente, pueden orar o leer la Biblia juntos. Estas acciones dicen:» Estoy dispuesto a recorrer este difícil camino contigo, independientemente de lo que eso implique”.
Si por diversas razones, no puedes visitarlo en persona, preocúpate de mantenerte en contacto. Son muchas las maneras que existen hoy para hacerlo: Correos electrónicos, llamadas telefónicas, videollamadas, etc. Aprovechar este tiempo para decirle a tu amigo o familiar cuánto lo amas, es una buena forma de estar presente.
Frente a la realidad de los últimos días de un ser querido
Si eres lo suficientemente cercano a esta persona, es importante hablar sobre las decisiones para el final del ciclo de su vida, cómo ella o él querrían hacerlo, es importante abordar estos temas, aunque la conversación pueda ser incómoda al principio, pero hablar de los detalles y preferencias asegurará a su ser querido que se le cumplirán sus deseos respecto a este tema y le proporcionará instrucciones e información claras para seguir, antes y después de su fallecimiento. Las discusiones sobre el final de la vida también pueden ayudar a ambas partes a aceptar la situación y seguir otras conversaciones conmovedoras.