Si has experimentado una pérdida emocional significativa, existe una alta probabilidad de que tu capacidad para concentrarse en las actividades diarias pueda haberse visto severamente limitada. Es posible que sientas que no puedas unir ideas correctamente y que te vas caminando de un lado a otro sin saber cómo actuar. Debes saber, que este es un fenómeno que ocurre normalmente entre personas que han sufrido pérdidas y se debe a que todo su ser (emocional, físico y espiritual) está centrado en la pérdida que acaba de ocurrir.
Cuando nos enfrentamos al duelo, el cerebro experimenta varios cambios neurológicos asociados a la regulación de las emociones, la memoria, la multitarea y el aprendizaje. Los científicos explican que una avalancha de neuroquímicos y hormonas se mueven en tu cabeza, especialmente en las regiones del cerebro que juegan un papel en las emociones, por lo que es común experimentar una alteración en el sueño, el apetito y, por supuesto, la concentración.
Desafortunadamente, no hay existe nada mágico que pueda restaurar tu capacidad de funcionar cuando te siente superado por la emoción que se vive en un duelo. Sin embargo, aquí hay algunos consejos para mejorar tu concentración durante el proceso.
Practica el autocuidado.
Al principio del duelo, tu sueño y apetito pueden estar lejos de la normalidad con la que se daban. El insomnio puede convertirse en un hecho recurrente, al igual que la pérdida de interés en comer. Cuando se trata de la concentración, la falta de sueño y la alimentación son un gran problema, ya que el sueño interrumpido interfiere con la cognición y la concentración por lo que lo más importante que puedes hacer es esforzarte por concentrarte en ti y practicar el autocuidado. Tómate tu tiempo para comer bien, hacer ejercicio y dormir, ya que así ayudarás a tu cuerpo y tu mente a recuperarse del dolor. Asegúrate de satisfacer tus necesidades básicas de calorías y vitaminas, incluso si no estás entusiasmado con la comida. Hacer esto puede significar obligarse a comer y elegir alimentos saludables; y, por el lado del sueño haz lo que puedas para establecer una buena rutina para dormir.
Tomar breaks.
Es apropiado, incluso necesario, tomarse un tiempo libre del trabajo y las responsabilidades diarias para procesar el dolor. Cada situación es única y no existe “el tiempo correcto” para saber cuándo te sentirás al 100% para volver a tu rutina, pero es importante establecer una línea de tiempo razonable para que tu dolor no tome un lugar poco saludable en tu vida.
Escribe un diario.
Encuentra algún momento en el día para aclarar tus pensamientos escribiendolos en un diario o un journal. Durante el dolor, nuestro cerebro está sobrecargado con mucha información y la realidad que estamos intentando procesar puede tornarse confusa y llena de ideas. Anota tus pensamientos, sentimientos para ayudar a despejar y ordenar tu mente.
Enfócate y hazlo.
A veces lo que impide la concentración, está escondido en la distracción que tenemos en nuestro entorno, aplazando las tareas pendientes que tenemos. Lo mejor es tan sólo comenzar, incluso si hay alguna distracción involucrada. Enfócate y pon en marcha eso que has aplazado por tanto tiempo. Si logras tomar dominio de tu tarea, lograrás sentirte menos abrumado y estresado.
Obtener apoyo.
Si sientes que te cuesta pensar con claridad y volver a tus actividades diarias, busca ayuda. Un grupo de apoyo puede ser valioso; escuchar sobre las experiencias de otros puede ofrecerte recursos, herramientas y estrategias para manejar el dolor y ayudarte a volver a la vida. Visitar un psicólogo también puede ser beneficioso, especialmente si tienes dificultades para terminar tareas que antes no resultaban difíciles o si te ha costado interactuar con sus seres queridos.