Se sabe que fue en Europa, durante la Edad Media, donde se comenzó a practicar la tradición de poner el cadáver sobre una mesa en la casa familiar, haciendo una vigilia de parientes y amistades con velas, por al menos unos 3 días. Esto se realizaba no sólo para que todos pudieran despedirse y rendir honores al difunto, si no esperando que quizás la persona, aparentemente muerta, despertase. De ahí proviene el nombre velatorio o velorio.
Esto porque sucedió, más de una vez, que efectivamente la persona que se presumía fallecida se reincorporaba a la vida luego de unos días. En realidad había sufrido catalepsia, debido el envenenamiento por alguna sustancia desconocida o por reacciones químicas entre estaño o plomo donde se fermentaba el alcohol que entonces bebían.
En algunos países, pero por razones meramente culturales, todavía se practica estos velatorios extendidos. Es el caso de China, donde incluso las autoridades no pueden ingresar a un hogar que está de duelo y velando a sus muertos, hasta que los dueños de casa decidan enterrar el cadáver.
Antiguamente en Chile en el caso de los niños se les vestía como solían hacerlo estando vivos, se les sentaba en una silla sobre la mesa, mientras toda la comunidad cantaba y bailaba con las fúnebres melodías de los cantores y sus guitarras. Actualmente por Ley chilena se debe sepultar a una persona fallecida sólo con un parte médico y máximo 48 horas después de su muerte.
