Perder a un ser querido es una experiencia muy fuerte y a la que estamos condenados a experimentar durante el recorrido de nuestra vida. A veces tenemos la oportunidad de despedirnos y en otras ocasiones no, pero sin importar la situación, despegarse y dejar de ver a esa persona es un proceso que puede alargarse y complicarse en muchos casos. Está bien sentir dolor, sentirnos heridos y sensibles ante cualquier situación, no obstante, siempre llegará el momento en el que es saludable superar el duelo. Por eso estamos aquí para contarle detalladamente cuáles son las facetas que son necesarias para poder superar este momento tan complicado y difícil.
A veces la palabra «superar» no logra aplicar para todas las personas cuando se trata de un duelo, psicológicamente hablando, este proceso es diferente y único para cada uno de nosotros porque se basa completamente en las emociones.
Una de las cosas más importantes sobre el duelo es saber que el dolor nunca disminuye, solo que nuestra vida deja de enfocarse en ello, es justo como otras emociones que están apegadas exclusivamente a ciertas situaciones. Un ejemplo claro de esto es la alegría de los cumpleaños.
El dolor del luto tampoco se expresa de forma lineal en el tiempo, podría manifestarse en momentos aleatorios o en situaciones que toquen directamente este asunto. Es por eso que es importante saber que la «superación» del luto no es olvidar, sino aceptar la pérdida de un ser querido.
Otro aspecto importante sobre el luto es conocer, identificar y aceptar que la muerte sí es parte del proceso natural de la vida. Aunque esto es algo que todos sabemos, parece ser un conocimiento que nos cuesta recordar cuando perdemos a un ser querido.
Aquí te presentamos las cinco facetas por las cuales deberíamos pasar para poder «superar» el duelo:
La dolorosa negación
La negación no es otra cosa que el distanciamiento mental que tomamos para alejarnos lo más posible del dolor. Esta faceta es solo el indicio más fuerte de la necesidad de no aceptar la realidad que se enfrenta en el momento.
Esta fase no precisamente aleja el dolor del todo, es una especie de «protección» que usamos inconscientemente, no obstante, en algún momento llegará el golpe de la realidad y este sufrimiento podría colarse de manera agresiva con el resto de las emociones y causar algunos estragos en nuestras vidas.
La ira y el resentimiento
El luto cumple las características de cualquier emoción que se encuentra reprimida, justo como una olla de presión, podría explotar en solo un instante. Cuando esto pasa, una ola de rabia y resentimiento podría invadir todo nuestro ser. El dolor por la pérdida de un ser querido muchas veces nos hace caer en el malentendido de sentirnos abandonados por esta persona, quizás traicionando alguna promesa o plan que se tenía en mente.
Otro punto interesante es que la rabia es solo un reflejo de la frustración que se puede sentir al darnos cuenta que la muerte es un acto de la naturaleza que es irreversible. Esta fase llena de ira y resentimiento es muy peligrosa porque no sabemos cómo reaccionará la persona que atraviesa por este proceso, incluso desconocemos su trato hacia sus personas más cercanas.
La negociación
El dolor por la pérdida de un ser querido puede también jugarnos trucos traicioneros. Nuestra mente podría caer en el intento de darnos la idea de que quizás se puede revertir la muerte de alguna manera: ¿cómo funciona esto? Nuestra mente empieza a fantasear sobre qué se hubiese podido hacer para detener la muerte de nuestro ser querido.
Esta fase viene acompañada de muchas falsas ilusiones que van de la mano de la nostalgia que tiene la persona que sufre el luto. Un factor determinante es la frustración, una emoción que juega en contra de la persona que necesita avanzar.
La inminente depresión
Cuando tocamos esta fase, no hablamos directamente con lo que conocemos como la depresión clínica, sino del cúmulo de sentimientos que van acompañados de la tristeza y del dolor por la pérdida del ser querido. El luto no es solo un proceso emocional, sino un nuevo estado mental que está dentro de la persona. A veces pasará que la persona no tendrá ningún tipo de motivación para continuar con su rutina, planes y actividades que son de su gusto.
Justo en esta fase es importante hablar con la persona, hacerla sentir que no está sola, que puede confiar en alguien para confesar sus sentimientos y pensamientos sobre el luto.
Otro punto aplicable es que aunque no se hable de una depresión clínica, eso no quiere decir que la persona no pueda caer en este diagnostico. Hay que brindarle este apoyo que mencionamos anteriormente, cuidar y vigilar posibles síntomas que solo van de la mano con esta enfermedad.
La aceptación
Llegó el momento de aceptar la pérdida de nuestro ser querido. Esto no quiere decir que el dolor se ha ido, que ha sido eliminado o desechado de alguna forma, simplemente la persona aprende a vivir con este sentimiento y, poco a poco, avanza con su vida.
Luego esta persona será capaz de abrirse a emociones como la alegría, pero jamás debe ser descuidada, siempre mantener una constante comunicación para asegurarnos que todo va avanzando de forma positiva.
Justo como habíamos comentado en el principio de este artículo, el luto de cada persona es diferente y se expresa de la misma manera, es por eso que es importante destacar que las facetas que describimos no siempre se desenvuelven en ese orden o se manifiestan en la persona que sufre la pérdida de un ser querido.
Qué pasa si la muerte de nuestro ser querido es repentina y sin aviso
No existe ningún tipo de preparación emocional para la pérdida repentina de un ser querido, primero es la sorpresa y el dolor instantáneo que lo acompaña, pero una realidad cruda es la cantidad de posibles asuntos sin terminar que pueda dejar la persona que falleció.
Es muy fácil caer en el arrepentimiento, una gran cantidad de dolor, acompañado de la dificultad de manejar el resto de acciones que se desenvuelven por la repentina muerte.
Aunque tengamos un gran control de nuestras emociones, siempre es aconsejable visitar a un psicólogo en el caso que la situación se salga de nuestras manos. Visitar este tipo de doctor no es sinónimo de estar «loco» o tener un problema mental grave, lo que sí significa es que usted tomó el paso correcto para salir de una situación que no logra manejar con facilidad o que simplemente no logra conducir del todo.
Evite siempre automedicarse, tomar calmantes si no han sido prescritos por un doctor. Si siente emociones de gran tristeza o incluso instintos suicidas, por favor hable con alguien cercano o recurra a su médico de confianza.
Recuerda que aunque la pérdida de este ser tan querido y amado no es el fin, este es un proceso natural de la vida y hay que continuar adelante. Es algo que esa persona hubiese querido. Ese es el mejor tributo que se le puede hacer: Seguir adelante y siempre mantenerlo con vida a través de los recuerdos.