El proceso de asumir una pérdida no es un tema exclusivo a las emociones de un adulto, sino que también lo puede ser para los niños. Desde la muerte de una mascota, a la realidad de que un familiar cercano y querido no esté, la pérdida puede resultar tan dolorosa y confusa para ellos como para lo es en los adultos. Ellos sienten, se duelen, pueden sentir temor e inquietudes y es relevante que estos sean atendidos, escuchados y cuidados.
En muchas ocasiones, el fallecimiento de las personas, es difícil de prever y anticipar, pero si existe la oportunidad, los psicólogos infantiles recomiendan que dependiendo de la edad, el grado de madurez y desarrollo cognitivo del niño, el “morir” sea un tema conversado de manera previa y natural con ellos en un contexto cotidiano. Es vital, entender que para ellos, esto no sólo se trata de información racional, sino que toca fibras emocionales importantes. Algunas de la preguntas que pueden surgir entre niños y adolescentes durante la partida de un familiar pueden ser las que presentamos a continuación:
Entre los 3 y 6 años
- Organización de la información: Si en el Cielo se juega, se respira, si hace frío, si el fallecido va a volver.
- El propio cuidado: Quién los va a cuidar, vestir, a alimentar.
- Preocupación: Si otros van a morir, la edad a la que morimos, quién morirá antes
Entre los 6 y 9 años
- Curiosidad sobre el cuerpo: Cómo se come, cómo bebe, si después de morir crece.
- Preocupación sobre la responsabilidad: Si se enojara, si se sentirá orgulloso o si se pondrá triste antes determinados hechos.
- Concepto abstractos: Cómo es el Cielo, a dónde va uno cuando muere o qué es el más allá.
Entre los 9 y 12 años
- Empatía hacia los demás: Si la tristeza pasará, si saldrán de casa, si volverá la paz.
- La realidad que viene después: Si hay que cambiar de colegio, si la casa se puede pagar o quién cuidará a los supervivientes.
Adolescentes
- Preocupaciones similares a las de el adulto: Sobre el sufrimiento, el afecto, problemas futuros.
- El desarrollo de la vida sin el fallecido o la situación económica.
La psicóloga infanto-juvenil, Patricia Díaz, explica que es esencial no evitar las preguntas, sino asumirlas, para lograr conectar y entender por lo que está pasando el niño, de manera que el proceso de asimilación no sea costoso.