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Hablar de la muerte con adultos mayores

Tiempo de lectura: 4 minutos

Aunque se puede pensar que por haber vivido más se está preparado de mejor manera para afrontar a la muerte, esto no siempre es cierto. No todas las personas reciben y procesan de igual forma las noticias y emociones que producen las mismas. La edad, el estado anímico, el entorno y muchos factores más son los que determinan indirectamente nuestra reacción ante determinada situación, por ejemplo, la muerte.

Al pensar en adultos mayores se puede asociar a que han vivido ya muchas experiencias cercanas a la muerte y que de alguna manera ya esto representa algo normal en su día a día. Aunque quizá haya personas para las que sea así, existen otras que nunca terminan de estar preparadas y siempre serán noticias de alto impacto que pueden causar traumas o shocks emocionales.

La esperanza de vida en la actualidad indiscutiblemente se ha alargado, por lo que, en consecuencia, los adultos mayores ya han tenido que afrontar más de un proceso de duelo en sus vidas, bien sea de animales de compañía, amigos, hermanos, parejas, padre y madre, e incluso hijos y nietos.

La experiencia de duelo posee características únicas según las edades, es un proceso puntual que toda persona debe atravesar y del que debe salir. La ayuda profesional siempre es una opción y no es sinónimo de debilidad ni de locura. Nadie debe atravesar en completa soledad el proceso de duelo.

¿Debemos decirle? ¿Lo tomará bien?

En contra de toda creencia o estigmatización social, los adultos mayores tienen toda la capacidad para afrontar el duelo, llámese viudez o muerte de amigos, hermanos, hijos o nietos. Ellos están preparados para adaptarse y aunque representa un cambio, el ser humano nunca permanece estático, siempre busca avanzar, evolucionar, cambiar. El bagaje de una persona de edad avanzada es lo que le dará las herramientas necesarias para sobreponerse al duelo, por ende, de este dependerá la superación por cuenta propia o con ayuda profesional.

La verdad siempre es la manera correcta de tratar un asunto. La muerte no está exenta de esta regla. El manipular y ocultar una muerte resulta contraproducente para la persona a la que se le niega la posibilidad de certeza y para el entorno.

Los adultos mayores son como niños, con un poco más de experiencia, conocimiento y herramientas, pero vuelven a ser niños. El conversarlo de manera tranquila, serena, pausada y sin mentiras, siempre será la mejor manera de evitar situaciones complicadas. El apoyo mutuo, la compañía, el tiempo de calidad y hasta el llanto, son necesarios para vivir un duelo.

Complicaciones en el duelo

No todo siempre será en positivo, o como nos gustase que ocurrieran las cosas. También puede presentarse el caso de una negación o una complicación mayor ante una muerte. Puntualmente, la del conyugue o compañero directo de vida. La muerte de un amor siempre representa un vacío en el futuro, pareciera en muchos casos representar la muerte directa de la otra parte. Pasar 10, 20 o hasta 50 años en compañía de una pareja, es una ilusión cotidiana, pero no se está preparado para la partida física de esa persona especial.

Cuando estas situaciones ocurren, es frecuente que los adultos mayores presenten síntomas físicos como como tristeza constante, desorientación, pérdida del apetito, y a veces hasta rasgos agresivos o defensivos que son producto de un estado de descontrol. El tiempo de duelo puede alargarse y generalmente se presentan ideas rígidas sobre el deseo de muerte, del futuro incierto, de la vida en su totalidad, de la poca capacidad de afrontarlo y del sentimiento de culpa en sí.

Estos síntomas son latentes en todos los niveles de duelo, y el de culpa, se hace más frecuente si la muerte fue de un hijo, nieto o alguien mucho menor que el longevo. La idea recurrente de “¿por qué a él/ella y no a mí?” se adueña de la mente y juega un papel importante en cómo se puede afrontar o tratar la situación de duelo.

La generación de la que proceden los adultos mayores, fue marcada por la inexpresividad de sentimientos como sinónimo de fortaleza, y el pedir ayuda muchas veces resulta una concepción imposible para ellos, pues va en contra de todo lo que se les inculcó en el pasado. Como familiar, es importante poder identificar lo más tranquilo posible para brindarle la calma que el adulto mayor necesita.

Pasar tiempo de calidad, brindarle confianza en las actividades y demostrarle que es posible seguir a pesar de una perdida física de un compañero, hermano, hijo, nieto o amigo son acciones simples que pueden hacerle volver a tener noción de una la realidad, una menos dolorosa que la que avizora en ese momento.

Herramientas para superar el duelo

Siempre existirán actividades que saquen del letargo emocional del duelo a la persona que se encuentra en él. Comidas que evoquen recuerdos positivos, salidas a lugares donde se haya amado la vida y que quizá evoquen de nuevo ese sentir, son pequeñas herramientas que ayudarán. Siempre la ayuda profesional es una opción, nunca es demasiado tarde, pero estar atento a los síntomas puede ser clave para evitar complicaciones mayores.

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