Vivir a plenitud el duelo de una mascota es lo mismo que ver perder a un ser querido muy cercano. Sin duda, se trata de las experiencias más dolorosas que un individuo puede sufrir, teniendo en cuenta que estos amigos fieles son la única compañía que representan, o han forjado un lazo muy emotivo con ellos.
Es por demás conocido que el duelo común por un familiar ha sido sometido a múltiples estudios, demostrando que suele mantener un ciclo normal o por el contrario, solicitar la asistencia de un profesional para sobrellevarlo. Ahora bien, la pregunta más importante es ¿Cómo se aborda un duelo por la muerte de una mascota?
El rol de una mascota para el hogar puede ser tan determinante para su amo y resto de miembros que pueden verle como un integrante más dentro del núcleo familiar. De acuerdo a los estudios de Field y sus asistentes en 2009, un duelo de esta naturaleza puede tomarse un tiempo de 6 meses, hasta alcanzar el año. En esa misma época de estudios, Adrián (2009) sostiene que esta pérdida puede ocasionar incapacidad emocional, hasta desencadenar patologías que se reflejarán más adelante en todo el proceso luctuoso por un animal.
Ahora es momento de indicar ciertas pautas que guardan relación a cómo se desarrolla un duelo de esta naturaleza:
Comportamiento social
En este apartado puede hablarse de un duelo no reconocido, en parte por las actitudes sociales y el poco conocimiento del amo que tiene sobre atravesar esta pérdida. Quien sufre la pérdida considera que la sociedad no se pone a la altura para comprender el dolor de perder una mascota, porque en estos términos, hay mejor manejo sobre el duelo familiar. En otras palabras, la sociedad no es capaz de legitimar este tipo de dolor humano, porque es incomprensible formar grandes lazos de amo-mascota.
Por ende, se habla de un duelo no reconocido, porque los otros no son capaces de ponerse en el lugar de quien pierde a su mascota. Para muchos, es una pérdida que no tiene validación alguna, sin saber que el cuadro psicológico del dueño de dicho animal puede verse seriamente afectado, al igual que el duelo no resuelto por un familiar. Comentarios basados en «solo era un gato, no es para tanto», «concéntrate, no puedes perder la motivación por eso» son algunos ejemplos de la poca relevancia que la sociedad ofrece a quien pierde a su mascota.
Gracias a la poca valoración de este duelo, la persona afectada no sabe cómo manejarse frente a la sociedad para no ser juzgada en virtud de la muerte de un animal muy querido. Por ello, pierde la concentración, decae su ánimo y desde luego, a un duelo sin un término. El prejuicio conlleva al afectado a comportarse de forma normal, como si nada ha ocurrido, conteniendo en su interior un caudal de dolor que no es capaz de dejarlo fluir por miedo o rechazo. Para manejar esto, el amo debe solicitar una ayuda psicológica, aunque sus temores retienen esta idea hasta cohibirse; sin duda un paso incorrecto para salir del abismo.
Sentimiento de culpa
La culpa muchas veces es un sentimiento que invade por completo los pensamientos de un amo al ver perder a su amigo fiel. En parte, numerosas muertes de mascotas ocurren a través de la eutanasia, para aminorar los padecimientos que estos animales sufren a raíz de una enfermedad terminal o degenerativa.
Otro aspecto importante que rodea la culpa es la responsabilidad del duelo de la mascota. Esta persona se siente responsable de preservar la vida de su compañero. Al ver que lentamente va perdiendo la vida por alguna enfermedad, el sujeto asumirá el tropiezo hasta el punto de creer que por un mal cuidado, una inyección faltante o prestar más atención a síntomas anormales, asumirá la culpa total en la muerte de su animal. Este tipo de relación bajo otro contexto, guarda similitud al de una madre primeriza con su bebé.
Es real que la eutanasia consume al dueño en una culpa muy grande, aunque a su vez produce un sentimiento liberador al observar que su animal no sufrirá más a causa de dolores agudos que le hagan causar un remordimiento mayor. Sin embargo, el amargo duelo puede hacerle ver que es un asesino, hasta romper con el buen tránsito del duelo para convertirlo en un factor mal resuelto.
Recomendaciones
El primer consejo va dirigido a toda una sociedad, en crear conciencia y legitimar este tipo de duelo. El hecho de perder una mascota es similar a sufrir la muerte de un familiar. Si esto ocurre, el proceso será más llevadero, con la aceptación de las personas a quien el dueño recurra para sentirse mejor o simplemente desahogarse por completo. Todos merecen nuestra atención, porque perder un animal muy querido no es fácil de digerir, ni siquiera suplantando su falta con la compañía de otro. Cada mascota es especial y deja huellas imborrables en el corazón de su amo.
Las personas que sufren recién de la muerte de su mascota, deben procurar despedirlo con un rito particular. Puede ser bajo el jardín del hogar, enterrarlo en un árbol o escribir una pequeña lápida con su nombre, para que posean un sitio donde visitarle de vez en cuando. Un lindo mensaje con las aportaciones de esta mascota simboliza un sentimiento liberador que, al mismo tiempo, conduce a un duelo sano que sanará en menor tiempo de lo imaginado.